TRES SON MULTITUD (6)



Pronto será disciplina olímpica: Quitarse manchas de baba, leche u otras sustancias en momentos inoportunos. El récord de España sería mío con facilidad. Un minuto...sí, sí...¡¡¡un minuto!!!
Para recomponer el conjunto....busco y rebusco y con una camiseta negra Pedro del Hierro me doy por conforme, a la fuerza ahorcan, las dudas se disipan en un plis plas, no puedo llegar tarde, la arpía de Rosa me cierra la puerta y no me la abre ni que llame a los bomberos.
Besos a distancia a mi retoño, lo siento Fernandito pero cuando no puede ser pues no puede ser, no podría superar un tercer cambio de vestuario, una tiene sus límites, todavía estoy preguntándome si he elegido la mejor opción como para tener que cambiar. Últimos avisos de rigor a Fefi en plan sms, ella supongo que lo agradece, cierro la puerta y pongo pies en polvorosa. Miro mi reloj de correa de cuero azul y marca no te fijes mucho y marca las dos menos diez. Aprieto el paso, no hay mucha distancia hasta la casa de Rosa pero diez minutos es un margen escaso.
Un sol espectacular corona el cielo y deja a las claras que el verano está aquí. Voy pensando en el encuentro, han pasado un poco más de veinticuatro horas desde la noche de autos, intento recordar la fisonomía de Jesús y entonces empiezan a revolotear las mariposas por el estómago, síntoma inexorable de un nerviosismo revelador.
Tranqui, fiera, no es más que un encuentro para reírnos juntos de la estrambótica noche de ronda. Por mucho que me quiera engañar no hay mejor juez que uno mismo, esos nervios indican anhelos, deseos ocultos, sensaciones perdidas, necesidades de un amor de los que llenan. Tengo miedo, mi abuela decía que por la noche todos los gatos son pardos, en las migas podré sopesar los quilates reales que vale Jesús. No nací ayer y he tenido experiencias para saber que a veces las fresas más rojas y atractivas luego están podridas por dentro, Puri, no es bueno vender la piel del oso, o del lobo, o del ciervo, no me acuerdo bien, antes de cazarlo, o sea que...¡¡a verlas venir!!
Giro la esquina y me encuentro de sopetón con él, se dirige con decisión a mi encuentro. Parece más alto, es un rato elegante, ¡qué porte!, unos pantalones color crema combinados con un polo Burberry color salmón y unos mocasines marrones que ofrecen un aire informal pero arreglado, nivelón No es porque lo diga yo pero...¡¡hacemos buena pareja!! Puri no pongas el turbo....

- Hola, Puri, ¿qué tal?- nos besamos y aprovecho para oler un perfume que me es familiar, luego relleno la quiniela para acertarlo-. Mucho mejor que anteanoche, ¿verdad?
- Ni punto de comparación- le respondo. Vaya nochecita....

Me mira fijamente y me siento un poco violenta. Me mantiene la mirada el puñetero y me intimida. Él rompe el hielo.

- Para ti- me dice mientras alarga una rosa perfectamente envuelta en una especie de tela verde, preciosa, un detallazo.
- ¿Para mí?- respondo extrañada pero impresionada.
- Me gusta regalar flores...es una forma de juntar la variedad de bellezas que ofrece la naturaleza.
- Acepto el cumplido- empiezo a ruborizarme como una colegiala.
- Pura realidad.
- ¿Pura?

Sonríe campechano y sus dientes relucen. Me fijo que porta otra rosa que intuyo que irá destinada a mi amiga Rosita. Un detallista, sus primeros puntos caen en el zurrón. Merecidos completamente.

- ¿Subimos?- me pregunta.
- Perfecto .

Acciono el timbre y mientras esperamos con el rabillo del ojo inspecciono sigilosa el material sensible. Por entre el polo salmón se intuye un pecho poblado de vello, como a mí me gusta, parece que me hallan dado un muestrario y haya elegido el modelo a mi gusto. No le veo la tara. Estoy por pellizcarlo para comprobar si no es un holograma. Su piel morena es magnífica para resaltar el azul de sus ojos y el sonrosado de unos labios que tienen escrito un imaginario cómeme.

- ¿Sí?- es la voz de Rosita.
- Somos nosotros.

Silencio. Silencio. Más silencio. Lógico, revés para los planes egoístas y monopolizadores de Rosa.

- ¿Quién?
- Jesús y yo, Puri...abre ya.
- Vale, vale....

Suena el ruidicito que nos permite empujar la puerta. El tiempo de espera del ascensor es incómodo, Jesús canturrea sin ton ni son. Entramos en el habitáculo y la proximidad hace tensa la situación. Me miro en el espejo del ascensor y aprovecho para retocar el flequillo, él sonríe. Cuando salgo del ascensor la primera galantería de Jesús me está esperando Rosita con cara de lanzadora de cuchillos me mira y posteriormente se engancha del cuello de Jesús como una lagarta. Entrega de la Rosa y sorpresa, sorpresa.

- Joder, Rosita....cómo te las gastas...¿no vas a presentarnos?
- Hóstia...¡¡¡Txas!!!- pego un grito un poco cursi.
- ¡Puri....!-Txas no había reparado en mí porque iba detrás del armario ropero de Jesús.
- ¡Cuánto tiempo!- le digo mientras nos damos un efusivo abrazo.
- Pero tiempo...¿qué es de tu vida? ¿Y ese mozalbete?¿Fernandito? ¿Creciendo, verdad? Qué ilusión de verte, guapa...Oye, tú, ¿para mí no hay besos?- clava su vista en Jesús como si viese un ovni.
- Claro, claro...- balbucea Jesús en leve fuera de juego.

Rosa, salida de madre me coge por banda y apretándome el brazo casi hasta hacerme daño me masculla entre dientes.

- Puri, no me dijiste que no venías...¿qué haces aquí? Ya lo tenía todo preparado, hostia, la cuestión es chafar la guitarra, ¿no? Encima la plasta de Txas, no tenía otro día para visitarme que el día que me monto una cita con Jesús... Joder, esto parece la Gran Vía en horas punta...
- Tranqui, Rosita, no es para tanto...ya tendrás tiempo de intimar con Jesús, hoy es una comida para conmemorar que podemos contar lo de la otra noche, nada más, agradecerle al muchacho la valentía y el arrojo. No saques las cosas de madre.
- Cuando te tomes el café te largas- me desafía mi presunta amiga.
- ¿Me echas?- pregunto ofendida.
- Te vas y punto.
- ¿Y si no me sale del chocho?- le suelto harta de tanta neurosis.

Me deja por imposible y se tira en barrena a por Txas.

- Bueno, Txas...nos vemos el miércoles y tomamos un café en Charlot, ¿vale?
- Vaya mierda de amiga- Txas no se corta un pelo-. Ya lo dice el refrán...donde comen tres comen cuatro.
- Tengo las migas muy medidas.
- Pues no como y sólo miro- replica Txas.
- Pues te largas y ni miras ni comes- le espeta en voz baja Rosa a Txas que se le escurre como un pez y se enchufa a Jesús que empieza a ser conscientes de las maniobras poco elegantes de Rosa.
- Si tenéis que hablar de vuestras cosas, vengo otro día..
- No, Jesús, no...por favor- Rosa rectifica porque se da cuenta que está metiendo la pata hasta la yugular.
- De verdad, en confianza...no quiero molestar.
- No se hable más...migas para cuatro- acepta Rosa con resignación nada cristiana.

El morro de Txas es semejante al de un oso hormiguero. Lanzada, trasgresora, menuda es esta chiquilla (bueno, el diminutivo es desde el cariño porque los treinta tacos no se los quita nadie).
Me invade la nostalgia, éramos el terror de los profes...¡qué cabritas! Txas y yo jugábamos a nombres y apellidos en clase de historia en octavo de egebé. ¡Qué coñazo el puñetero Don Arturo! Todas las clases se le iban analizando frases subordinadas, coordinadas y dictados, qué afición con los dictados, parecía que le daban comisión por encontrarnos faltas de ortografía. Mientras cualquier empollón salía a llenar la pizarra de garabatos, nosotras dos hacíamos ver que apuntábamos con interés pero lo que en realidad escribían nuestros" bic cristal escribe normal " eran unas columnas interminables de nombres y apellidos ilustres. Francisco Memierda, Adela Mejorsoyyo, Héctor Tilla, Pedro Guería, Germán Tecado, Aníbal Condegeranios, Amelia Unporro, Gaspar Dehuevos...aquel juego era una droga, empezábamos y no había momento de acabar. Lo cierto es que nuestra amistad venía desde parvulario, desde que me defendía como una leona de una tal Sara que me quitaba todos los juguetes, menuda tigresa estaba hecha Txas, con cuatro añitos cogió un bote de pegamento líquido que la señorita tenía escondido en su cajón y se lo roció a la susodicha Sara por sus adorables trencitas ¡hala, para que le chorices los juguetes a mi amiguita! Txas no aceptaba medias tintas, o la querías o la odiabas. Tenía un pronto muy malo pero luego era todo corazón. Yo me peleé con ella en séptimo, ¡vaya historia!, una lucha encarnizada por el ligoncete del cole, Carlitos. Una rubia siempre tiene un plus ganado, supongo que lo mismo dirán las morenas y las castañas y las pelirrojas, pero es que yo soy rubia. Total que cuando me lo propuse tuve al Carlitos comiendo de mi mano, eso le cayó como un tiro a Txas que hasta entonces no había sentido la llamada de la selva del sexo masculino pero se había encaprichado de aquel niñato que tampoco es que fuera nada del otro jueves pero parecía el más macho de toda la cuadrilla, tenía hasta cuatro pelillos en el pecho y eso nos ponía a unas criajas como nosotras a ciento ochenta por hora. La mayoría de los niños de la clase hacía cuatro días que se habían dejado de mear en la cama. Cada una utilizó sus armas de mujer, bueno de chiquillas en proyecto de mujer, para seducir al pollo en cuestión. La cosa es que guiado por el buen gusto el machote de Carlitos cayó rendido en mis brazos, pero la muy traidora de Txas no entendía de juego limpio y esas cosas, planeó la venganza a conciencia, ¡¡ zorrona1! La misma tarde que mi príncipe azul me había pedido para salir me la jugó como una mala víbora. ¡Qué cabrona, no tuvo piedad! Cuando yo estaba desprevenida a la salida del cole me llegó por detrás y me bajó la faldilla del uniforme escolar hasta los tobillos, delante de Carlitos y de todos sus coleguitas que esperaban morbosos la escena del apareamiento de los tortolitos. Como tenía la carpeta en las manos no pude reaccionar y el festín que se pegaron los amiguetes fue digno de Arguiñano, ya me ves allí rodeada de siete u ocho hienas con las bragas en exposición y la faldilla plisadita del uniforme por los tobillos. La verdad es que yo también tengo mis ovarios en su sitio y se la devolví ojo por ojo y diente por diente. A la semana siguiente teníamos gimnasia y con la excusa de que tenía pis le pedí permiso al profesor para ir al lavabo que estaba dentro de los vestuarios y sigilosamente guardé la ropa de Paqui encima de la cisterna del lavabo. Todavía recuerdo la escenita, la cara de Txas buscando y rebuscando en su mochila el uniforme del colegio. Yo fui la primera en salir del vestuario pero me pilló, salió en bragas como una posesa para pegarme. Cuando quiso reaccionar estaba como una servidora la semana anterior, en bragas y sujetador enganchándome del cuello.
La venganza es un plato que se sirve muy frío.

2 comentarios:

Mayka dijo...

Joooooooooooooooo....Que a mi la
Txas me la trae al pairoooo!!!....jajaja,ala,ya me dejas con la intriga del Jesusito otra vez..........qué malo eres niño!
....tienes a medio mundo intrigado con tres son multitud!....besotes!.

ALI-OLI dijo...

¡Joooder! Es verdad: ¡ya te has vuelto a salir por la tangente! Pero yo no he podido evitar sumarme al ataque de nostalgia de la Puri y me he sorprendido acordándome del colegio.
Gracias por estas cositas que escribes y por querer compartirlas con el resto del mundo... Y por tus sutiles espectáculos de escapismo ;-) ¡Jajaja!
¡Muaks p'a tó quisqui!

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