RECETAS PARA LA CRISIS (8)


Sangra como un cochino. Vaya golpetazo más tonto. Ha sido sin querer, o queriendo, no sé, quiero decir que no tenía previsto lo que luego ha pasado. ¿Qué hago? Está liando un chapicheo de sangre encima de su mesa que luego va a haber morcilla para toda la oficina. Lo intento auxiliar pero se retira sin querer nada de mí, lo entiendo, gato escaldado del agua caliente huye. Pero... joder, ha sido en defensa propia.
Tal vez debería avisar a mi compañera, bueno quizás el término es exagerado para la relación que tenemos. Es una situación embarazosa a más no poder. Parece mentira que de la nariz de este hombre pueda salir semejante cantidad de sangre. Por favor, si es que como tarde un poco en buscar ayuda se desangra.
La cosa ha sido muy simple. Un desliz. Vaya, que se ha deslizado a base de bien. Tenía su aparato reproductor enganchadito a mi espalda y mis lolas empezaban a correr peligro porque su manita la dejaba caer como quien no quería la cosa. Total, que cuando me han saltado las alarmas pues he hecho una especie de llave de judo para deshacerme de la presión, me he levantado por sorpresa y don Leonardo (tal vez no tutearlo mientras sangre como un gorrino, ay, hija qué obsesión con el cerdo, será el subconsciente) se ha quedado suspendido en el vacío y como la otra mano, la que no tocaba teta, la tenía metida en su bolsillo (imagino frotándose aquello) no le ha servido de apoyo (si te tocas la polla no hay apoyo....tengo una gracia en los momentos dramáticos). Bueno, resultado, que se ha precipitado contra el canto de la mesa y la nariz ha impactado de lleno. Yo no pensaba que...

- Silvia, por favor, ¿me puedes ayudar?- salgo desesperada del despacho.

- Perdona, hermanitas de la caridad en el número de al lado- responde con ese cinismo que dios le ha dado.
- De verdad...que estoy en un aprieto...por favor te lo pido.
-Ehhh... amiga, los arrechuches del jefe cada una nos los manejamos como podemos...ahora no me hagas sacar fotos y enviarlas a secretarias acosadas sin fronteras, ¿vale?

La verdad es que lo que me viene de gusto estamparle los cinco dedos a la criaturita. Me solivianta el tono de sobrada que me gasta. No es que yo pretendiera que me hiciera una recepción solemne ni nada por el estilo pero es que es más agría que un limón corrompido. ¡Qué cabrona! Si no fuese porque la situación es comprometida le enseñaba un par de kilos de educación.

- Don Leonardo está sangrando mucho- es lo único que pude articular para cortar la tontería de Silvia.

- ¿Qué me dices, chavala?- ese calificativo ya me remeneó todo el estómago. ¿Chavala? Pero es que hemos comido juntas esta tipa y yo.- ¿Qué es lo que ha pasado, tía?- otra vez con las confianzas.- ¿Qué le has hecho?

- Ha sido el solito, gilipollas- superé el límite de paciencia.
- A mí no me llames...- hizo el ademán de levantarme la mano pero de la mirada que le pegué se le encogió de golpe.


Mientras nosotras discutíamos nuestro jefe estaba sentado ya en su sillón de cuero con el pañuelo más rojo que el capote de un torero y con manchas de sangre hasta en el carné de identidad. Cuando me quiero dar cuenta Silvia está en el suelo desmayada, me supongo que por la visión de la sangre. ¡Ay, Dios mío! ¿Qué hago yo ahora? Esto es un show. Mi primer día de curro y para qué contar. Yo sabía que el mercado laborar estaba jodío pero no que pudieran pasar estas cosas. Quién dijo aquello de que el trabajo dignificaba...¡¡¡una mierda pinchada en un palo ¡!! Tengo que ordenarme. Sólo tengo dos manos. La más grave es Silvia, por lo tanto me concentro en ella. Lo primero que hago es levantarle las piernas para que le vuelva la sangre al cerebro. Poco a poco va recuperando la conciencia, la siento en la silla asesina (sí, al retirarla es cuando don Leonardo se ha estampado contra el pico de la mesa). Le hago un poco de aire con unos informes, lo primero es que empiece a respirar, poquito a poco, venga mi niña, vuelve en sí, leches, que esto se está desmadrando una barbaridad. No caigo en que en el informe que estoy utilizando de abanico hay unas gotitas de sangre, me cago en la mar, para qué contar, la nena vuelve a perder el conocimiento cuando ve el rojo. Joder, vaya fallo...ahora le hago aire con la palma de la mano (qué gilipollas que soy, es como quién tiene hambre y se pone a cagar) pero es que está toda la mesa hecha un charco de sangre. La dejo recuperándose y me largo al lavabo en busca de una toalla. Don Leonardo sigue con su hemorragia y habrá que hacer algo. Cruzo la recepción de la oficina y dudo entre decirle algo a Nati, que está hablando por teléfono. Paso. Me vuelvo con una toalla que no parece demasiado limpia, a saber desde cuando no se cambia....pero ahora no es momento de ser chuchifalta...¡ para lo que tiene que servir! De reojo veo que Silvia está volviendo a este mundo y ahora me acerco a don Leonardo para cambiarle la inmaculada (es un decir) toalla por su pañuelo rojizo y le insisto en que recline su cabeza hacia atrás para acabar con la hemorragia. El tío se me escabulle de malas formas, no quieres de ninguna de las maneras que lo toque, supongo que se creerá que lo quiero rematar. Bien que se acercaba el cabrón antes. Que te den...

- ¿Qué es esto? ¿Un combate de boxeo? ¿Pero qué es lo que ha pasao? ¡¡¡Ay, Dios mío...!!! ¡¡¡Cuánta sangre!!!

Lo que faltaba para el duro. Nati que al verme correr para el lavabo y cruzar con la toalla ha seguido la pista y cuando me quiero dar cuenta está todo lo gorda que es espanzurrada en el suelo. Ahora que tenía a Silvia medio recuperada.... ¡¡¡No, joé, mi gozo en un pozo, que ahora la niña me está vomitando como una descosía!!! Me faltan manos... la oficina parece un hospital de campaña...

Don Leonardo con la cabeza para arriba y con restos de sangre por toas partes, Silvia, la pijita sabelotodo echando hasta la primera papilla encima de Nati que está estirada en el suelo sin enterarse de nada. ¡¡¡Virgen del amor hermoso, qué escenita!!!
Yo me voy...yo lo dejo todo y llamo a una ambulancia... todo por un maldito mal paso.
Joder, si don Leonardo tenía ganas de marcha que se hubiese llamado a un 903 o una pilingui que le hubiese aliviado, mira el fregao que ha montado el salido de mierda. ¿Qué es mi jefe? Y qué mierda me importa....en lo poco que lo conozco no se ha ganado mi respeto, al contrario, me ha parecido un sinvergüenza de tomo y lomo.


La pregunta del millón: ¿Y ahora qué hago?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que le den al cabronazo del jefe...tanto abuso de poder!!!!Y las de la oficina...menudas fifís..luego hemos de cargar con la fama...que les den también.

laura dijo...

jajajaja Dios lo que me rio con la pobre Puri, si es que no sale de una y se mete en otra,animo corazon, veras como el año proximo te trae mas cositas buenas

Besos ......... Lagamu

P.D. yo les pedi a los reyes un surtidito de juguetes, si, si, de esos que me gustan a mi

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