RECETAS PARA LA CRISIS (6)

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Me he dejado a Fernandito con su papá. La cara de Manolo parecía un semáforo. Primero le he dicho que había encontrado trabajo, ámbar. No fastidies, es lo primero que ha salido de sus labios. Luego cuando le he informado del horario no ha podido reprimir un No me joas. Rojo. Yo no he entrado al trapo, son años de discusiones sin fin. Le he explicado en un periquete el contenido de los potecitos de papeo para el niño, las mudas para posibles percances, los pañales, el termómetro y otras menudencias. He dejado mi alma en el beso en la frente de Fernandito, qué guapo es el resalao, y antes de que se me encharcaran los ojos de lágrimas me he pirado haciendo de tripas corazón.
- ¿Cuándo vuelves?
- A las ocho y media. Salgo a las ocho, pero cuenta med
ia hora entre pitos y flautas.

He bajad
o las escaleras de dos en dos por no esperar el ascensor y tener que aguantar la cara de pena de Manolo con el niño en brazos. Parecía un mártir de guerra. ¡Joder, capullo, que te quedas con tu hijo! De todas formas estamos delante de la gran proeza del machito ibérico, no le recuerdo quedarse con el crío más de seis o siete horas solito . Un experiencia inolvidable, de las que unen. Es su papaíto querido. Afortunadamente, los hijos nos sobreviven.
Puri tienes las gónadas como bolas de baranda. El lunes te comunicó Manolo su triste situación y el martes estás cogiendo el autobús rumbo al nuevo currelo. Pim pam. Dic
ho y hecho. Nada de rumiarte las cosas, de darle vueltas, de sopesar los pros y los contras, de hacer balances. Al ataque. La vida te da sorpresas, te lleva por caminos insospechados, te crees que todo está planificado y lo que antes era un remanso de paz y tranquilidad se convierte en un caballo al galope. No mires demasiado hacia atrás o te quedarás como una estatua de sal. El autobús hace un ruido semejante a un pedo a gran escala y se abren las puertas. Camino cinco minutillos y entro en la oficina rozando las cuatro de la tarde. Por ser el primer día me han dado un poco de vidilla.

Tengo entrevista con el jefe, don Leonardo. Nati no se apercibe de mi llegada, está embobada con el móvil y pasa de mí olímpicamente. Otra cosa es la pija, que he investigado y se llama Silvia, me mira como si me perdonase la vida y la suelta.


- Con la hora pegada en el culo.

- Sí, ha sido el primer día y he tenido que dejarlo todo preparado en casa.

- Uy....¿me e
xplicarás ahora tus memorias?- se carcajea como una gilipollas- Te espera el jefe. Si fuera por mí....-musita por lo bajini.

Entro casi sin aliento en un cuchitril de cuatro por cuatro metros lleno de carpetas desordenadas, papeles recogidos por una goma de las que hacíamos servir de tirachinas en el cole y otros objetos de lo más variopinto. El jefe está reclinado en un sillón de cuero y empieza a babearse. Es la hora de la siesta por lo que intuyo. Carraspeo para ver si consigo despertarlo. Taconeo con discreción provocando algo más de ruido pero sin llegar a ser violenta. Sigo carraspeando, joder, parece que fume caliqueños. Nada, el tío tiene una cara de felicidad del copón. Digo un hola delicado. Un ¿sí?....un buenas tardes...otro señor Leonardo.... Me sube y no puedo controlarlo
...que no, que se me va a escapar, por Dios que no puedo, que no .....que se me escapa...que sale....¡¡¡achússsssssss!!!

- Hola, buenas tardes....¿es usted la nueva administrativa, verdad? Siéntese, por favor, tome asiento.

Lo que más me impresiona del señor Leonardo es su impresionante mostacho. Por mucho que quiero valorarlo en su globalidad mis ojos sólo tienen atención para el manojo
de pelos entre canosos y castaños que comparten el espacio entre el labio superior y la nariz. Joder, que parece que tenga vida propia. Al ofrecerme asiento se ha levantado para ser galante y he visto lo que no tenía que ver. El hombre es algo regordetillo, yo le hecho unos cincuenta añitos, los pantalones son entallados, de tergal gris, algo desgastados todo hay que decirlo, la cosa es que la cremallera de la bragueta ha cedido y está de par en par. Lo mismo que el mostacho, yo tendría que olvidarme del percance, pero no puedo, los ojos se me van para una especie de cueva que oculta unos calzoncillos a rayas rojas y blancas que parecen del año de María Castaña. Me pasa a escasos centímetros y me da repelús como si me hubiese dado la corriente. Por efecto del sueño está despeinado y la estampa es algo estrambótica, la verdad.

-¿Qué tal, cómo se encuentra....señorita....?- me mira y rectifica- ¿señora....?- me jode, me gustaba más el principio.
- Puri
- Puri, qué impresión le ha causado esta oficina.

Me acuerdo de don José, el profe de lengua de octavo de EGB. Las preguntas retóricas. Mira que la memoria tiene estas cosas, no me acuerdo un carajo de muchas cosas pero ahora me viene a la pelota este tema. Son aquellas que se formulan sin que haya ánimo de que sean contestadas. Diez, Puri, Diez. Y yo era feliz porque en el fondo siempre había querido ser una empollona, otra cosa era la dura realidad, lo de hincar los codos en mi caso era un ejercicio discontinuo.

- Bien- respondí comedida.
- Poco a poco....ya verá como al final se sentirá muy a gusto entre nosotros.


Pienso en Nati, la autista de la entrada, y en Silvia, la pija gilipollas tocapelotas. Mi segundo hogar.

- Y cómo ha sido esto de trabajar....-lo deja caer así como el que no quiere la cosa.


Dudo, la anterior ha sido una pregunta retórica y ésta es una pregunta trampa. Si me salgo por la tangente creerá que soy poco transparente y desconfiará. Si suelto una trola, si me pilla perderé la credibilidad y si digo la verdad no sé lo que pasará. P’adelante Purita.


- Mi ex se ha quedado en paro y como no me podía pasar la pensión me he visto obligada a incorporarme al mundo laboral- sí, señora, qué retórica, me enorgullezco de mi expresión cuidada, cuando quiero soy una joya.

- Uyy...querida, la cosa está achuchada, esto de la crisis tiene muy mala pinta. Las empresas están echando gente con una alegría.. suerte que nuestro trabajo tiene que ver con sectores muy consolidados y no creo que tengamos problemas. Esta empresa es una gran familia, me gusta que las empleadas se sientan cómodas. Un trabajador contento rinde el doble que uno descontento. ¿No cree lo mismo, Puri?

Segunda pregunta retórica. Asiento con la cabeza pero empiezo a sentir una desazón importante. Don Leonardo se detiene un segundo en mis ojos y diez en mis tetas. Intenta disimularlo pero se le nota cantidubi.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Uuuuy! ¡qué mal rollooo! Bragueta abierta, calzoncillos del Atleti, babea, se queda mirando a las tetas sin cortarse.... Y por el otro lado: una que sólo está presente de cuerpo (que no de cuerpo presente) y una pija prepotente.
¡Vamos! que sí, que es como para sentirse en una segunda casa (obsérvese que aquí no hay pregunta retórica, sólo una fina ironía) ;-)
¡Besotes p'a tol mundo!

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